Desde los medios de comunicación le dan manejo a la sensación de inseguridad ciudadana logrando la creación de un “otro”, generalmente excluido y diferente, como enemigo. En el caso del conflicto armado colombiano, la investigación de Bonilla y Tamayo (2007) evidencia que el énfasis en mostrar ciertos hechos de guerra, el dramatismo de los mismos, la tragedia y el heroísmo, en detrimento de fortalecer una mirada sobre acciones, hechos de paz y resistencias de las comunidades, es un factor que facilita la construcción de narrativas e imaginarios que fortalecen lógicas de confrontación y guerra, generando la necesidad de destruir al enemigo, en lugar de posibilitar la reconciliación y la construcción de paz [1]
(sexto articulo de 6)
El fin de la represión es el de debilitar las protestas sociales, proteger los intereses de las empresas nacionales/multinacionales y conservar el statu quo. El Estado necesita difundir el mensaje del enemigo y poder justificar la violencia. Para esto necesitan un aliado incondicional y los medios de comunicación cumplen a la perfección ese rol.
Para ilustrar, tomamos como ejemplo las Protestas obreras de Cartagena contra la Unit Fuit Company en 1919. La de Barrancabermeja contra la Tropical Oil Company en 1927. Y dos masacres emblemáticas, la de los sastres y la de las bananeras.
Estas protestas nos muestran como la prensa -ya a comienzos del siglo XX- ha servido como vehículo de propaganda. Y como ella ha apoyado al Estado en la creación de un enemigo a perseguir.
Enemigos : sastres, artesanos y bolcheviques
Las protestas
A comienzo del siglo XX las protestas de la ciudadanía pidiendo derechos sociales aumenta en el mundo. Así mismo, en Colombia a partir de 1912 hay un despertar de la clase obrera, trabajadora, campesina, indígena. Sus reclamos: mejores condiciones de trabajo, de salarios, jornadas menos largas, asistencia médica, entre otros derechos.
En 1918 los obreros de la Railway Company, de Santa Marta, se unen a los trabajadores del puerto en Cartagena para protestar. Un método de protesta, obstaculizar la llegada del vapor de la United Fruit Company. Frente a esta situación, el presidente José Vicente Concha declara el orden público perturbado y el estado de sitio. Para tal efecto, el gobierno expide el Decreto Legislativo 1 de 1918.
La prensa justifica la violencia del Estado
El Tiempo el 10 de enero de 1918, el corresponsal anuncia una huelga sangrienta y la señala de motín. Justifican el tiroteo: la policía se vio « obligada » a disparar.
En la edición del 12 de enero de 1918 en el periódico el Tiempo se lee la exigencia: « extirpar estos gérmenes de anarquía, un peligro para la nación »:
¿Pero se trata verdaderamente de huelgas en los sucesos de Cartagena y Santa Marta? Una huelga es la suspensión del trabajo, como respuesta de los obreros a los patronos en caso de graves desacuerdos, pero en aquellas ciudades lo que ha habido es motines violentísimos, ataques a la propiedad cometidos desde el primer momento. En las grandes huelgas de los países civilizados, se suelen presentar violencias a la larga, por choques que son efectos de la duración del conflicto, pero en la costa la declaratoria de huelga y la apelación a la violencia irrazonada han sido cosas simultáneas. Hay en ello algo que no puede tolerarse, que ninguna relación tiene con el derecho de huelga, que es pura zambra demagógica sin objeto y sin justificación posible, y es preciso extirpar estos gérmenes de torpe anarquía antes de que lleguen a ser un peligro para la nación” [2]
El Tiempo, 12 de enero, 1918.
Como resultado, las huelgas las convierten en motín, a los huelguistas en violentos y la policía es vista como el héroe. Se justifica la pena de muerte y claman por leyes más severas. Las huelgas de los países « civilizados » están bien, las de Colombia son de salvajes y de inadaptados sociales.
Los sastres masacrados
Con la crisis económica que dejaba a su paso la gripa española en Colombia en el año 1919 y bajo el fervor que despertó la revolución bolchevique, así como la celebración del 1 de mayo, surgen las primeras organizaciones obreras, campesinas, de mujeres y del partido socialista.
Gracias a esta organización, a mediados de marzo de 1919, el sector de los sastres hacen un llamado a los otros sectores para unirse a una huelga general. Es así como se unen a la huelga los movimientos obreros y el de las costureras -en su mayoría de la empresa la Maestranza-.
La huelga es convocada para el 16 de marzo, el lugar de encuentro la Plaza de los Mártires de Bogotá. El objetivo principal, protestar en contra del decreto expedido por el presidente Marco Fidel Suárez. Decreto que permitía la importación de los uniformes militares, perjudicando de esa manera a los sastres y artesanos del país.
Pero la respuesta del gobierno al clamor de la ciudadanía fue la represión violenta. Es así como la protesta termina en el asesinato de más de 30 ciudadanos/as y con varios heridos. El Gobierno para justificar la respuesta militar y la masacre, explica que fue la reacción lógica frente a un “amotinamiento” causado por “provocadores” anarquistas y bolcheviques.
La prensa hegemónica conservadora de la época inicia los ataques contra el movimiento huelguista. Y para reforzar el discurso del gobierno frente a la masacre, señala a los huelguistas de perturbadores del orden, con ideas bolcheviques.
La prensa intensifica el discurso del enemigo
Se lee en la prensa conservadora: » la prensa bolchevista acompañada por los diarios liberales y republicanos, al rededor de los sucesos del domingo 16 de marzo se explica como arma política, como ocasión para hacer alardes de virtudes libertarias... »
En el diario el Momento: « Las huelgas han tomado en estos meses carácter de epidemia reinante. Por todos partes el paro de los obreros se deja sentir en las últimas de sus manifestaciones espasmódicas: la obstaculización al movimiento comercial ». Y exigen una ley para parar el « desenfreno » de los socialistas.
Fuente:Hemeroteca Nacional de Colombia. Periódico El momento, febrero 5 de 1920
La Opinión Conservadora resalta sobre las huelgas: « contra los enemigos de la autoridad, contra los agitadores del desorden. Los socialistas: su fin es hacer la guerra con las masas inconscientes y descatolizadas, son los enemigos de la religión ».
Fuente: Hemeroteca Nacional de Colombia. Periódico Opinión Conservadora, 25 de enero de 1925
De esta manera volvemos a encontrar el discurso de: los huelguistas, bolcheviques y socialistas son la epidemia, los enemigos que alteran el orden establecido. Los que protestan se convierten en un peligro para la sociedad y por esto se necesita ser prudente. Además, es urgente imponer el orden y si es necesario, eliminar al enemigo.
Socialistas extremistas
De hecho, a pesar de los ataques, los señalamientos, la violencia, la masacre los grupos socialistas -con planteamientos de la lucha de clases y lucha política- y otros movimientos obreros, de mujeres, de artesanos, campesinos, indígenas, crecen y se fortalecen.
Es más, es un periodo en el que se da inicio a nuevas huelgas como las de los obreros ferroviarios y/o de las minas de oro de la compañía inglesa de Segovia. También es un tiempo en el cual surgen nuevos líderes y lideresas como María Cano, Raúl Eduardo Mahecha, Manuel Quintín Lame, Juana Julia Guzmán, voces de protesta para reivindicar los derechos sociales de los desprotegidos y afirmar las demandas hacia el Estado y las élites locales.
Pero para ciertos sectores el socialismo era considerado extremista, incluso para el partido liberal. A través de la prensa liberal, como El Tiempo, criticaban el discurso socialista:
«La verdadera revolución social se hace con el liberalismo no con el socialismo, violencia y odio de clases» [3]
El tiempo, mayo 2 de 1921
Esto significa que « Nosotros » los liberales somos civilizados, no somos extremistas. Los « otros » (socialistas, p.e.) son los salvajes, los violentos, son los extremistas.
Otros enemigos: obreros, indígenas, campesinos y socialistas
Los huelguistas malhechores
En medio de la persecución y la represión de la hegemonía conservadora, las protestas se acentuaban. La lucha: contra la precariedad, las pésimas condiciones de trabajo, los despojos, la violencia del Estado. Así, en 1924 se lleva a cabo una gran huelga de los trabajadores petroleros de Barrancabermeja contra la compañía estadounidense Tropical Oil Company (troco). La organización sindical que dirigía la huelga, la Sociedad Obrera de Barranca bajo la dirección del líder socialista Raúl E Mahecha.
A pesar del férreo rechazo de la compañía estadounidense – la cual se niega a mejorar las condiciones de trabajo- pero gracias a la presión de los huelguistas, se llega a un acuerdo. Sin embargo, el líder Mahecha y varios huelguistas fueron encarcelados y la huelga fue considerada como subversiva. La empresa estadounidense insistió en la ilegalidad del movimiento.
Hacia el año 1926 nace el Partido Socialista, afianza el discurso de la lucha de clases y ayuda a organizar a los movimientos obreros. El movimiento socialista insististe para que los trabajadores de las empresas -nacionales y extranjeras- pidan mejores condiciones de trabajo. Es así como, teniendo en cuenta que los acuerdos anteriores fueron incumplidos por parte de la empresa estadounidense Troco y el gobierno, organizan una gran huelga para principios de 1927.
Sin embargo, al enterarse el gobierno de la huelga, ordena la detención de Mahecha y los demás dirigentes. Se inicia la persecución y son capturados pocos días después, el 28 de enero de 1927. Se les acusa de ser agitadores y constituir una amenaza para el orden público y de poner en peligro los intereses nacionales así como los de los asociados (empresas extranjeras).
La prensa acentúa el discurso del huelguista es el bandido
Los huelguistas son perseguidos y por medio de la prensa son tratados de violentos y de malhechores.
Pero esta persecución y el hostigamiento por parte del Estado no desalienta a los movimientos sociales y los socialistas siguen organizando a los obreros. Es así como en 1928 se organiza una nueva huelga contra otra empresa estadounidense, la United Fruit Company (UFCO) de Santa Marta. Sin embargo, la respuesta del gobierno fue nuevamente la de reprimir a los huelguistas y la movilización desemboca en otra masacre. La conocida masacre de las bananeras, la cual deja miles de muertos y heridos.
Sigue el discurso de los huelguista son violentos, revolucionarios y comunistas.
Con respecto a la huelga, la prensa habla de combate, de revolución y de malhechores. El periódico La Prensa, del lunes 10 de diciembre de 1928 en letras rojas (importante el color para el mensaje) escribe: « Los Revolucionarios huyen en desbandada hacia la Sierra Nevada ».
Y más abajo escriben: « Pide que los capturados sean juzgados por consejo de guerra, como cuadrilla de malhechores. Da cuenta, así mismo, de que en el último combate, hubo siete muertos y doce heridos, todos comunistas ».
Al comunista o socialista se le persigue
La prensa repite el discurso del Estado
La prensa hace pasar el mensaje del gobierno. El General es tratado con condescendencia « un dramático relato ».
En un párrafo de la noticia del Espectador se lee: en la llamada casa del pueblo se encontró el grupo que yo deseaba detener, y así mismo tuve la suerte de que el oficial designado para esa comisión, señor subteniente Villamil, diera con algunos documentos, entre otros, con la declaración de « Lucha de clases », « acción directa » por el comunismo libertario. Y el Tiempo en mayúsculas transcribe la versión oficial: los huelguistas son malhechores armados.
Los perseguidos
A raíz de la masacre, las protestas se extendieron a lo largo y ancho del país. Frente a estas protestas, el gobierno conservador aprueba nuevamente otra ley represiva en octubre de 1928, la llamada “ley heroica” 69 de 1928. Esta ley admite el ataque a cualquier organización social y política ajena a los intereses de la elite y del “Estado”. Inicia el gobierno una campaña anticomunista, encarcelando a más de 8.000 dirigentes obreros, entre ellos el líder Ignacio Torres y la lideresa María Cano.
Varios huelguistas y socialistas permanecieron varios meses en prisión y la una consecuencia de esta persecución, las luchas obreras y el Partido Socialista Revolucionario sufrieron una ruptura. Además, a la directiva del Partido Socialista había llegado un grupo de liberales que se encargó de cerrarle el paso completamente al partido socialista.
La ley de Defensa Social de 1928 guardaba relación con las medidas adoptadas en varios países para enfrentar la ola anticomunista que arreció luego del triunfo de la Revolución Rusa. Por ejemplo, Argentina, Chile y Bolivia aprobaron leyes de “Residencia” y “Defensa Social” con el fin de evitar el ingreso de migrantes anarquistas y socialistas. Mientras que los Estados Unidos de América los enfrentó con leyes como el Inmigration Act y el Espionage Act de 1917, así como el Sedition Act de 1918 en el marco de la First Red Scare [4].
AM, Cajas Sarria, 2020
La propaganda gubernamental transmitida a través de los medios da sus frutos, todo aquel o aquella que decida pedir derechos, es criminalizado. El socialista, el comunista, el obrero, el campesino, el indígena, el negro, el estudiante, el sindicalista, etc., son malhechores. Es así como se le destierra, se le aísla y peor aún, bajo la mirada complaciente de la ciudadanía, se le aplica la pena de muerte. Al enemigo que perturba el orden social se le debe neutralizar.
Y en los años 60?
En el contexto de la guerra fría y bajo el nuevo orden anticomunista de los Estados Unidos, la figura discursiva del « enemigo » se incrementa. Cualquier persona pasa a ser un delincuente subversivo: vecino, hermano, compañero. Para hacer pasar el mensaje se implementa la propaganda política oficial del miedo al otro.
Y la mejor manera de hacer pasar esta « buena predica », los medios de comunicación se convierten en el mejor aliado, en el vehículo de propaganda. Ellos juegan a la perfección el rol de difusión, refuerzan y movilizan el discurso oficial del pánico.
A través de la información « periodística » se señala y culpa al otro de ser la amenaza a los valores aceptados por una parte de la sociedad.
Los estudiantes quienes habían sido definitivos en la caída de Rojas
Victor Daniel Bonilla, 1971
Pinilla, encontraron que la luna de miel con el régimen de coalición se acababa pronto. A un mes de inaugurado el gobierno de Alberto Lleras, denunciaron la norteamericanización de la Universidad Nacional y el aumento del canon de arrendamiento en las residencias. En mayo de 1961 los universitarios criticaron el descuido oficial ante la universidad pública y comentaron con amargura: para este gobierno los estudiantes éramos héroes cuando se trató de tumbar a la dictadura … Y hoy cuando luchamos por nuestros derechos, por nuestra universidad atacada y por el pueblo, se nos llama subversivos y se nos califica de agitadores [5].
La prensa repite el discurso del enemigo
Cuando los partidos hegemónicos necesitan del pueblo, se resalta que « EL PUEBLO TRIUNFA ». Cuando se piden derechos, como lo hacen los estudiantes, el pueblo se convierte en: « saboteadores profesionales y estudiantes en huelga para promover desórdenes y agredir de palabra »
Edward Bernays en el libro Propaganda dice: « La manipulación consciente e inteligente de los hábitos y opiniones organizados de las masas es un elemento de importancia en la sociedad democrática. Quienes manipulan este mecanismo oculto de la sociedad constituyen el gobierno invisible que detenta el verdadero poder que rige el destino de nuestro país ».
Durante las décadas de 1960 y 1970 los gobiernos del Frente Nacional se alinearon con las campañas anticomunistas de la Guerra Fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Mientras Fidel Castro, en Cuba, se declaraba “socialista, marxista y leninista”, los Estados Unidos establecían alianzas con instituciones y gobiernos latinoamericanos afines al capitalismo como modelo de desarrollo social. En todo el continente, a través de los medios de comunicación, se difundió propaganda a favor de algunas políticas de “reforma” con el objetivo de cerrarle la puerta a la “amenazante revolución”, específicamente la que buscaban grupos políticos y organizaciones guerrilleras que denunciaban las distancia sociales entre lo rural y lo urbano [6].
ACPO-Radio Sutatenza
En los años sesenta, con el programa de los Estados Unidos, »Alianza para el progreso », la prensa liberal como la conservadora » se unen al discurso oficial impulsado por Estados Unidos: « hacer frente al « comunismo ». Los dirigentes del partido liberal piden la ruptura con los comunistas. La iglesia, a través de la prensa hegemónica, señala al comunismo de agresivo.
Se refuerza el discurso del enemigo comunista
La prensa « liberal » el Tiempo 1960: « Los comunistas tratan de penetrar en nuestros pueblos… y hay que hacer algo para evitar esa invasión indeseable ». En 1961 un análisis amplio (esta vez la iglesia) « el mundo se enfrenta a dos fuerzas, por un lado Cristo clavado en la cruz, del otro lado el comunismo agresivo, intransigente, brutal ». « El comunismo aleja a la mujer de la vida doméstica »
La prensa extranjera repite la propaganda del gobierno colombiano: « El Ministro de gobierno de Colombia, Aurelio Camacho Rueda, dice tener pruebas de que el comunismo internacional dirige la ola de terrorismo ». Pero no hay que olvidar que este mismo ministro había acusado al Gral. Rojas Pinilla de haber conspirado y creado una situación grave de orden público en 1963.
Podemos observar que los medios de comunicación más que informar una realidad, sirven de vehículo de propaganda. Ellos refuerzan el discurso oficial del Estado del enemigo y es así como se estigmatizan las manifestaciones sociales y a los que protestan.
También se puede confirmar la manera como el Estado justifica la violencia contra todo aquel que pide derechos: educación, reforma agraria, salud, mejores condiciones de trabajo, etc. Y como, a través de repetir un mensaje, se condiciona a la sociedad para que ella termine aceptando la violencia y la pena de muerte como la solución a los problemas sociales.
El enemigo puede ser cualquiera que no esté de acuerdo con el pensamiento hegemónico. Y el comunismo se convierte en la excusa perfecta para mantener el statu quo.
Bibliografía
Citas
[1] Villa, Velásquez, Barrera, Avendaño, 2020 (ref. lectura Villa, Velásquez)
[2] El Tiempo, 12 de enero, 1918.
[3] El Tiempo, mayo 2 de 1921 (ref. lectura Espinosa Moreno)
[4] MA, Cajas Sarria, 2020 (ref. lectura Cajas Sarria)
[5] M. Archila N, 1997 (ref. lectura Archila N)
[6] Archivo ACPO-Radio Sutatenza, Biblioteca Luis Ángel Arango
Referencias Lectura
Referencias que se encuentra fácilmente en internet o en las bibliotecas virtuales como la Luis Ángel Arango. Click aqui y los llevará a la biblioteca.
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